sábado, 14 de enero de 2017

Narrativa Picaresca


lazarillo de tormes vicens vives

El grupo de la narrativa realista lo conforman el género celestinesco y el picaresco. 
El celestinesco surge tras el éxito de La Celestina (1499, 1502…). Merece destacarse La lozana andaluza (1528) de Francisco Delicado, un eslabón entre el género celestinesco y el picaresco. El picaresco surge en un contexto social y económico problemático, en el que estallan diversas polémicas sobre la mendicidad. La obra fundacional del género es El Lazarillo de Tormes (1554), pero la obra cumbre es Guzmán de Alfarache (1599-1604) de Mateo Alemán. Destaca también El buscón (1603-1608) de Quevedo, una muestra del género típicamente barroca.
La novela picaresca es el más importante de los subgéneros narrativos de los siglos XVI y XVII. Su primera obra, el Lazarillo de Tormes (1554) es, como veremos, una especie de revolución, que se consolidará casi medio siglo después con el Guzmán de Alfarache (1599) de Mateo Alemán y otros títulos en el siglo XVII (El Buscón, de Quevedo, etc.). Con estas obras y con El Quijote se inició el camino de la novela moderna.

Algunas características de la novela picaresca son:
  • Principio de viaje. Constante movilidad geográfica del protagonista. Busca un entorno de anonimato para esconder su identidad. Es un individuo desarraigado: desvinculado de una familia y sin un lugar fijo donde vivir y “echar raíces”. El viaje constante significa también un anhelo de vida libre, lejos del rígido orden jerárquico de la sociedad.
  • Servicio a distintos amos. La función de esta modalidad narrativa es recorrer con mirada crítica distintas clases sociales.
  • Carácter autobiográfico. La obra tiene un carácter retrospectivo: es una mirada atrás del propio protagonista, que relata su vida desde una perspectiva de madurez. La forma autobiográfica estará en función de la orientación de la crítica social de la novela picaresca: al proyectar el autor su personalidad sobre un personaje ficticio, expone con mayor libertad sus propias ideas.
  • El relato como explicación de un estado final de deshonra. En el Lazarillo se pretende explicar una situación de amancebamiento. En el Guzmán de Alfarache se cuenta la vida hasta el momento de la conversión, para explicar la situación de miseria social, pero de encumbramiento espiritual, a la que ha llegado. En estas dos novelas se explota la posibilidad que ofrece la autobiografía de confeccionar un relato cerrado. El resto de relatos sólo son anécdotas picarescas encauzadas en el molde autobiográfico, que pierde así el carácter introspectivo de análisis de un cambio.
  • El protagonista es el pícaro, categoría social, procedente de los bajos fondos que, a modo de antihéroe, es utilizado por la literatura como contrapunto al idealismo caballeresco. Los altos ideales caballerescos se trastocan por un realismo de subsistencia en el pícaro. La conducta del pícaro está marcada por el engaño, la astucia, el ardid y la trampa ingeniosa. Vive al margen de los códigos de la honra. Se considera, por tanto, libre, aunque siempre condicionado por su ascendencia, que el protagonista relata al lector para que comprenda su vida. El carácter antiheroico del protagonista es una rasgo característico de la novela moderna que será explotado por el Quijote de Cervantes y por la narrativa posterior.
  • Estructura abierta. El pluralismo de andanzas que se narran podría continuarse. Las distintas aventuras no tienen entre sí más trabazón argumental que la que le da el protagonista, quien impregna de coherencia y unidad narrativa a toda la obra. Esta característica, que ofrece el relato abierto, hizo posible que cada obra tenga sus continuaciones.
  • Carácter moralizante. Cada novela picaresca vendría a ser un gran “ejemplo” de conducta aberrante que, sistemáticamente, resulta castigada. En este sentido, la picaresca estaría relacionada con la predicación de “ejemplos” en los que se narra, con todo detalle, la conducta descarriada de un individuo que, finalmente, es castigado o se arrepiente. No obstante, no se puede afirmar que esta impronta moralizante aparezca con la misma intensidad en todas las novelas picarescas (no se observan reflexiones morales en el Lazarillo, aunque el final sí tenga una enseñanza moral).
  • Carácter satírico. La sátira es un elemento constante en el relato picaresco. El servicio a distintos amos, como se ha dicho antes, permite conocer los entresijos de distintas clases sociales, que son criticadas con dureza. Los defectos y conductas execrables de los distintos amos son extrapolables al resto de la sociedad.
  • Evolución del carácter del pícaro. Es uno de los grandes hallazgos del género, en contraposición a los personajes planos de la literatura idealista (caballeresca, pastoril…). En cierto sentido el pícaro supone una ruptura con el modelo mítico del héroe de las novelas de caballerías y de otras formas de narrativa idealista, que presentaban a héroes intemporales, en los que además no había una progresión que determinase su forma de actuar. El pícaro, por el contrario, cuenta su vida desde la infancia y lo que le ocurre determina su acción y su situación desde la que narra de manera retrospectiva. Este es otro rasgo que se relaciona con la novela moderna.
En una calle de Escalona: azulejos que recuerdan la venganza de Lázaro.
En una calle de Escalona: Azulejos que recuerdan la venganza de Lázaro

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